POR: MANUEL MAURI GARCÍA
Significado histórico para Utrera de la Coronación de la
Duquesa de Alba como Reina de las Fiestas
En los años sesenta, el Estado había animado a los agricultores y empresarios andaluces a intensificar el cultivo de algodón y a crear industrias desmotadoras y textiles. El objetivo era dotar a nuestra economía de cultivos que demandasen abundante mano de obra y de fábricas transformadoras, que proporcionaran valores económicos añadidos a nuestros productos agrícolas. Los agricultores de nuestro entorno se prestaron a intensificar el cultivo de algodón, y formaron cooperativas y empresas para desmotar la flor y aprovechar la simiente.
Durante gran parte de la década, el algodón volvió a ser riqueza agraria nacional. Los agricultores y empresarios invirtieron grandes sumas de dinero en modernizar el cultivo y la recogida del oro blanco, y en crear desmotadoras e industrias derivadas. Un éxito, como se demostró en las dos Fiestas Nacionales del Algodón, celebradas en Utrera y Barcelona. Se ha dicho no sin razón que el agua de la inundación que sufrió Utrera trajo consigo el viento del desarrollo y transformación de una sociedad rural como la de Utrera de la época, que quería despertar definitivamente de la pesadilla de la posguerra y encontrar el camino de la modernidad.[1] En este sentido, la presencia de la Duquesa de alba, como reina de las Fiestas del Algodón, simbolizó en nuestro municipio, la llegada de un nuevo tiempo por medio de quien mejor encarnaba la síntesis entre la tradición y la apertura que la sociedad española demandaba.
La Duquesa, honra a la Virgen de Consolación en el Santuario
Tras el recibimiento en el Casino, doña Cayetana de Alba y su marido don Luis Martínez de Irujo junto a las autoridades y damas de honor abandonaron la plaza del Altozano, repleta aún de los utreranos que habían visto la ceremonia. Y seguidamente se trasladaron al Santuario para honrar a la Virgen de Consolación. Fue don Miguel Román, en su condición de Rector, quien recibió a la Reina de la fiestas en el Camarín de la Virgen, donde fue obsequiada con una medalla de oro de nuestra Patrona. El acto de la ofrenda y solemneinterpretación de la Salve contó con el acompañamiento de la Asociación Coral de Sevilla.
Fiesta Flamenca en honor a la Reina de la
Primera Fiesta Nacional del Algodón
En las retinas de los ojos de muchos utreranos, aún perdura el recuerdo en la caseta municipal, la noche de su coronación, de los cantes y bailes de aquella fiesta flamenca, muy al gusto de la duquesa, donde los artistas Fernanda y Bernarda, Perrate, el Cuchara, la Pepa, Gaspar, nuestros socios José y Juana fueron los mejores embajadores del arte y duende de la capital de Campiña. En coherencia con la personalidad de la Duquesa de Alba, la reunión de artistas invitados pudo comprobar la admiración que tuvo la Grande de España, a pesar de la desaprobación de sus educadores, por la cultura andaluza y nuestras costumbres.
Un bello ejemplo de la vida de una mujer que quiso, por convicción y forma de vivir, antes ser persona que personaje, que no consintió que su condición nobiliaria le plegase a los dictados sociales de la época y que éstos acabaran por convertirse en una barrera infranqueable para convivir con la gente.
La reina que siempre deseamos
Los sevillanos encontramos en doña Cayetana y ella en nosotros, posiblemente, la reina que nunca tuvimos y que de forma inconsciente siempre hemos deseado. En una Sevilla, en la que sus hermandades, células vivas de la sociedad civil, continúan soñando con colocar en sus puestos de honor a personajes ilustres, donde nuestras corridas de toros en la Maestranza no serían lo mismo sin la asistencia al palco de los miembros de la Casa Real, y donde la gente aún se emociona con el arte de sus toreros y tonadilleras… Donde la vida sigue siendo el ritual de un pueblo que evoca la grandeza de su pasado con la rima de los poetas andaluces.[2]
A pesar de nacer en Madrid, acabó por fijar su residencia en Sevilla, y enamorada de la estética de la cultura andaluza, se convirtió en la mejor embajadora de nuestra tierra. Era difícil de imaginar una fotografía suya sin el escenario de fondo de un tablao, un tentadero en un cortijo, un paseo en coche de caballos por la Feria de Abril, un balcón sevillano en Semana Santa o una parada del camino al Rocío. Con lo que, gracias a su posición y prestigio, contribuyó a mejorar la imagen de Andalucía dentro y fuera de España. Su apoyo y papel en la organización de los actos nos ayudó a los utreranos a entender la necesidad de proyectar en el exterior en el siglo XX un municipio como Utrera rico en historia, bien comunicado geográficamente y dotado de con un gran abanico de recursos culturales y patrimoniales.
[1] DE QUINTA GARROBO, Salvador Y RODRÍGUEZ MÉNDEZ, José. La Plaza, Utrera 1551-2001 (y una década más), Utrera, 2011, págs.91,92
[2] AA.VV. Primera Fiesta Nacional del Algodón. Gráficas sevillanas, Sevilla, 15 al 22 de octubre de 1963.