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LA HISTORIA DEL CASINO DE UTRERA

La sociedad burguesa de la segunda mitad del siglo XIX y XX necesitó de una serie de lugares de reunión y de ocio. De esta forma, surgen los Casinos, donde la burguesía rural, comercial o industrial disfrutaba de las tradiciones, las tertulias, los juegos de hazar, de la música, de bailes de salón, de lectura de prensa o libros disponibles en sus bibliotecas…

 

Citamos todos los casinos que se fundaron en UTRERA: La Sociedad Filarmónica (año 1845), Casino de los Artesanos (año 1864), Círculo Conservador de Utrera (año 1895), El Liceo de Utrera (año 1898), Casino Republicano (año 1931), Círculo Recreativo de Utrera (año 1935), El Club de los XX, incendiado en el mes de Julio de 1936, El Circulo Cultural La amistad (1937), El Refugio Pecatórum (año 1919), Casino nosotros, Casino de Ferroviarios (año 1950)…

El “CASINO UTRERANO” (año 1881), fundado por D. Enrique de la Cuadra, Marqués de San Marcial y de Gibaxa, es el único que ha llegado hasta nuestros días en la Plaza, hoy, del Altozano.

De su rico patrimonio, mermado en el año 1936 con la guerra civil, destacamos en su fachada el empleo de los nuevos materiales constructivos como son el cristal y el hierro, mientras que en el interior destaca el suelo de mármol de Carrara que hoy no se conserva y las maderas nobles. Contaba en su biblioteca con todas las obras de Rodrigo Caro, Abate Marchena y los Hermanos Álvarez Quintero; sala de juegos con mesas de billar, piano de cola y salón de lectura. En sus inicios no tenía socios, sino que acudía quien quería su fundador, para luego convertirse en una Institución de socios con la redacción de unos estatutos.

Además de un excelente servicio de ambigú, contaba con una de las mejores casetas en la feria de Consolación, donde iban los miembros más selectos de la sociedad utrerana para celebrar bailes de sociedad para jóvenes y mayores que aprovechaban para formalizar sus relaciones o noviazgos.

El primer tercio del siglo XX fue la época que marca el periodo de esplendor del “Casino Utrerano”. Al ser el centro de la vida social, era una fuente inagotable de actos y anécdotas de las personas que lo frecuentaban…

El periódico “Vida Sevillana” del 12 de septiembre de 1914 realiza una reseña de un certamen, organizado por el Ayuntamiento de Utrera, de unos juegos florales, una fiesta de la poesía, un certamen que premiaba las composiciones poéticas, premiando con la entrega de la Flor natural al escritor D. Santiago Montoto de Sedas (1890-1973), que ganó el premio de honor y cortesía a la mejor poesía amorosa. Según la tradición, el ganador de este premio era el designado para la elección de una Dama de Honor, designando a Dña. Mercedes Gutiérrez de la Cuadra que fue proclamada la Reina de los Juegos.D. Santiago se llevó un grato recuerdo de su paso por Utrera, visitando nuestra resplandeciente caseta, disfrutando de los bailes de salón y de la distinguida concurrencia, sobre todo de las encantadoras bellezas reunidas en torno al Real de la Feria.

Según cuenta el libro de la colección de Historia “Casino”, en el año 1915 los hermanos Manuel, Francisco, José y Joaquín que eran nietos de Don Joaquín Martínez Matienzo, uno de los primeros socios con los que conto el casino y que se conocían coloquialmente como “los Matienzos”, protagonizaron el siguiente hecho:

“Existía un hombre de edad, muy pobre, que frecuentaba la Plaza, que los Matienzo decidieron socorrer pensando que no viviría mucho, así que decidieron hacerle un vitalicio consistente en entregarle 2 pesetas mensuales. Cual fue la sorpresa al ver que poco después se fue a un sastre, se hizo un traje muy elegante, y consiguió, a pesar de las limitaciones de entonces, hacerse socio del Casino y alternó con sus protectores viviendo más que ellos, con la paradoja que cada vez que moría uno de sus benefactores, el protegido ataviado con su traje caminaba detrás del coche fúnebre en su honor.

Otro hecho memorable ocurrió el 6 de mayo de 1915, con el homenaje que a los hermanos Álvarez Quintero tributó el pueblo de Utrera, con su Ayuntamiento al frente. Después de descubrir la lápida conmemorativa en la casa natal de los comediógrafos, situada donde está hoy la Oficina de Correos, pasaron al Ayuntamiento donde el Alcalde, Don Vicente Gutiérrez de los Ríos, les otorgó el título de “Hijos Ilustres de la Ciudad” y después visitaron el Casino donde, según la reseña del diario “El Liberal”:

“El Casino Utrerano obsequió a Serafín y Joaquín con un vino de honor. La Fiesta resultó hermosísima, reinando gran entusiasmo en todos los momentos.”

Dejando atrás viejos anacronismos, hijos de unas etapas ya pasadas, que nada tienen que ver con la actual, porque cada época hay que considerarla dentro de su tiempo, donde ciertos privilegios eran exclusivos de una clase social determinada, hoy, nuestro CENTRO CULTURAL UTRERANO, aparte de lugar de reunión y escenario de diferentes eventos sociales, es una Institución abierta a todos los ciudadanos, locales y foráneos, en aras de la expansión de la cultura y el conocimiento, faceta en la que sus actuales dirigentes se han volcado, trabajando intensamente en lograr la consecución de proyectos de toda índole con los que cumplir un objetivo ambicioso en pro de toda la sociedad.

En definitiva realizar un breve trazo, de la amplia y rica historia del Centro Cultural Utrerano (Casino), no resulta nada fácil ya que contiene en su trayectoria más de un siglo de historias que marcaron tendencias en nuestra ciudad.

Resultaría recomendable para ello la lectura del libro editado por esta Sociedad en 1997, “LOS CASINOS DE UTRERA” del escritor utrerano Eduardo González de la Peña.

El Casino de Utrera tuvo periodos de luces y de sombras… Tras un largo ciclo de decadencia que padeció entre la segunda mitad de los sesenta y la primera de los setenta, en los que vio mermado su rico Patrimonio, se recuperó con la idea de cambiar el subtitulo de “Casino de los Señoritos” recobrando su identidad asociativa e incorporando a la mujer de Pleno Derecho, y a pesar de la dificultad del momento, integrar a los jóvenes y a todos vosotros para que no se pierda este legado que, afortunadamente, hemos recibido todos los utreranos.